“Esto no me lo esperaba, me sentí muy, muy feliz y emocionada no sabía que querían hacer esto conmigo y le doy gracias a Dios. Ahora tengo expectativa de saber que pasará ese día que reciba la condecoración, deseando que pueda estar junto a mi familia y los muchachos de la agrupación que me acompañan desde hace ya unos años”: Aura María González Lucumí.
Entre las montañas, la selva norte caucana y la cuenca del alto Cauca, vuela la tradición de un pueblo que, de generación en generación, comparte la ancestralidad oral y musical de los afrodescendientes. Ese es el legado de doña Aura María González Lucumí, matrona, cantora, artesana, quien con argumentos de sobra fue escogida para ser la homenajeada del decimotercer Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.
La Toma (corregimiento de Suárez, Cauca) la vio nacer; fue la mayor del matrimonio entre la cantora Damiana Lucumí y el músico violinista, Leonidas González. Creció bajo los sonidos y cantos de las jugas, bundes, arrullos y bambucos, a los que la ‘niña Aura’ asistía de la mano de su señora madre a las fiestas para bailar, pero que en medio de su timidez, prefería quedarse de pie y escuchar lo que recitaban sus mayores porque era bonito.
“Nuestros saberes no los tenemos apuntados, todo está en nuestra memoria, por tres generaciones cantamos con el alma y en cada movimiento de nuestro cuerpo revivimos la historia que narramos acompañados de un violín caucano; concebido de las entrañas de una guadua como de los sonidos del tiple y la guitarra”, explicó Aura María, con su sonrisa blanquecina y mirada agradable.
A sus 75 años, doña Aura, madre de seis hijos; cuatro mujeres y dos hombres y abuela orgullosa de 11 nietos, despertó un día con una llamada sorpresiva en la cual le informaban, que como guardiana, sabedora y cantora de las tradiciones musicales afrodescendientes de ‘Potamoral’ y más exactamente del sur y norte del Cauca, en este 2019 será la homenajeada de la cita más importante de la cultura Pacífico: el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.
Recuerda doña Aura María que cuando ella se sienta a tejer sus artesanías; bolsos, vestidos, ruanas, blusas y boinas, vienen a su cabeza muchos deseos de hacer cosas, así que empieza a cantar la ‘Tonada del nacimiento’, la misma que se entona a las dos de la mañana, por una hora y con una vela encendida en la mano ante el nacimiento:
“Descubran la majestad, todo el templo se ilumina,
que ya se llegó la hora, que se acercan las madrinas
nace, nace el rey de los cielos,
nace que ya se acercan las madrinas con todita devoción
porque acaba de nacer el hijo de nuestro señor”
“Nació, nació el divino señor nació,
nació, nació el divino señor nació
el divino señor en el portal de Belén,
nació el divino señor en el portal de Belén
aquí, aquí, aquí nació el divino niño dios en el portal del Belén”
“Vamos a ver al niñito que ha nacido allá en Belén,
vamos a ver al niñito que ha nacido allá en Belén,
vamos a llevarle los parabienes, los parabienes”.
La maestra, que vive rodeada de la belleza natural de las montañas y un río en su natal La Toma, disfruta de un arroz con papa guisada y de los envueltos de choclo que se hacen en hoja de caña, que como dice ella: “así simplecitos es como nos gusta a nosotros allá”.
Doña Aura se prepara para recibir el reconocimiento que la perpetuará ante centenares de paisanos y de las nuevas generaciones que verán en ella un referente de folclor Pacífico y la resistencia de los pueblos que arribaron del África entre cadenas y que ahora liberados de estas, le cantan a la vida, sus ancestros y la tierra.